Olas de calor y cambio climático: ¿hay riesgo para la energía eléctrica en los hospitales?

¿Qué sucede cuando hay un corte eléctrico en un hospital? ¿Y si la interrupción de la energía es por la ola de calor?

 

El suministro eléctrico es un componente esencial en la sociedad moderna, ya que proporciona energía a una amplia gama de sectores, incluido el de la salud. Sin embargo, en situaciones extremas, como olas de calor intensas, la red eléctrica puede verse sobrecargada y colapsar, lo que puede traer consecuencias muy significativas a los hospitales y la asistencia sanitaria en general. 

Hoy queremos explorar las posibles implicaciones de un colapso de la red eléctrica por el calor, centrándonos en los hospitales y centros sanitarios.

 

 

El peligro del cambio climático en verano

Las redes eléctricas pueden ser resistentes, pero siguen siendo vulnerables.

Y España es un horno en verano. 

La ola de calor que predomina en todo el país a partir de finales de junio y hasta mediados de septiembre mantiene a varias comunidades en riesgo extremo (alerta roja), riesgo importante (alerta naranja) y riesgo (alerta amarilla) por temperaturas máximas. Temperaturas que en algún caso, han rozado los 44 grados, según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). 

Los récords de calor que está batiendo esta década nos indica que los días de más de 40 grados ya no son una excepción.

 

Olas de calor y cambio climático: ¿hay riesgo para la energía eléctrica en los hospitales?

 

 

Un grave problema para la red eléctrica

El reto de una ola de calor es que una red eléctrica tiene que equilibrar constantemente su suministro de energía y la demanda de la misma. 

Cuando sube la temperatura, más gente enciende el aire acondicionado (AC) y el operador de la red tiene que aumentar la generación de energía.

Ante estas circunstancias, las compañías de redes eléctricas temen sufrir apagones a causa del elevado uso de AC por las olas de calor. De hecho, diferentes investigaciones detallan que, a este ritmo y teniendo en cuenta la gran cantidad de energía que generan las personas al encender dispositivos como el aire acondicionado, podríamos experimentar grandes apagones eléctricos que no harían más que poner en mayor peligro a los ciudadanos. 

 

El reto de una ola de calor es que una red eléctrica tiene que equilibrar constantemente su suministro de energía y la demanda de la mism

 

 

Las consecuencias de la ola de calor

La red eléctrica es un componente crítico en el funcionamiento de los hospitales modernos, proporcionando la energía necesaria para alimentar equipos médicos, sistemas de soporte vital y mantener el suministro de medicamentos y otros recursos esenciales. 

La dependencia de la electricidad en los hospitales se refleja en el uso de equipos médicos y sistemas de soporte vital, como los monitores cardíacos y de signos vitales, ventiladores y respiradores o bombas de infusión y equipos de diálisis. 

Además del mantenimiento de medicamentos y suministros, los equipos de esterilización y conservación y el propio suministro de energía para quirófanos y salas de emergencia.


Entonces, ¿qué puede suponer el colapso momentáneo de la red eléctrica en un centro sanitario?

Para empezar, estaríamos ante una interrupción de equipos médicos y sistemas de soporte vital, lo que implica numerosos riesgos para pacientes en estado crítico, ya sea por la interrupción del monitoreo de signos vitales, la falta de soporte respiratorio adecuado.

También se entraría en una escasez de recursos y personal médico, con limitaciones en el suministro de oxígeno y otros gases medicinales y dificultades para realizar cirugías y procedimientos médicos, máxime con robots de hospital.

A su vez, esto derivaría en una falta de suministros médicos y medicamentos refrigerados, poniendo en serio peligro el debido almacenamiento y conservación de medicamentos, el deterioro de medicamentos termosensibles o la pérdida de fármacos esenciales.

Añadimos también el impacto en tratamientos y cirugías programadas, debiendo cancelar cirugías no urgentes.

En general, hablamos de serios problemas por la inestabilidad de la infraestructura hospitalaria, que se traducen en:

  • Riesgos para la seguridad y calidad del entorno hospitalario.
  • Fallas en la iluminación y el suministro de agua. 
  • Problemas de refrigeración y climatización. 
  • Limitaciones en el acceso a la atención médica.
  • Cierre de servicios y departamentos hospitalarios. 
  • Dificultades en el transporte de pacientes.

 

 

Así puede afectar un apagón eléctrico a nuestra salud

Para comprender mejor la magnitud del problema, vamos a ver más ejemplos en detalle.

Monitorizar a los pacientes, aportarles respiración asistida u otros tratamientos como la diálisis, se convierte en algo inviable, al igual que poder realizar pruebas médicas, como ecografías, resonancias o radiografías. 

Los desfibriladores y otros aparatos esenciales en momentos de urgencias se vuelven inútiles. No se puede esterilizar el material con las máquinas adecuadas.

Tampoco funcionan los mecanismos empleados para que los trabajadores del centro se comuniquen entre ellos y con los pacientes.

Con este contexto, todos los hospitales tienen, o deberían tener, unas normas de preparación para emergencias que obliguen a suministrar energía ininterrumpida en las partes críticas de los edificios: quirófanos, unidades de cuidados intensivos y centros de atención telefónica, por ejemplo.

 

¿qué puede suponer el colapso momentáneo de la red eléctrica en un centro sanitario?

 

 

 

¿Cómo evitar un apagón eléctrico hospitalario por la ola de calor?

Lógicamente, una de las principales medidas de respuesta y mitigación de estos problemas está en apostar por la energía verde. 

El hidrógeno verde, producido a través de energía renovable, como la energía solar o eólica, ha cobrado mucha relevancia en los últimos años debido a su potencial para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

Pero hay mucho más.

La mayoría de centros disponen de generadores que abastecen de electricidad al edificio hasta solucionar el problema, pero pueden ser insuficientes si el problema se alarga. 

Por ello, es fundamental desarrollar planes de contingencia y capacitación del personal para situaciones de emergencia.

Sin duda, también hay que poder generar energía alternativa y contar con sistemas de respaldo, por ejemplo a partir del uso generadores eléctricos, la implementación de sistemas de almacenamiento de energía, etc.  

En definitiva, se trata de mejorar las redes eléctricas hospitalarias, lo que es ya una necesidad global, para poder solventar con todas las garantías esta problemática.

 

¿Cómo evitar un apagón eléctrico hospitalario por la ola de calor?

 

 

 

Un caso reciente para entender la complejidad

En 2019 se dio un apagón eléctrico en Tenerife. 

Según explicó a Redacción Médica Luis Talavera, director de Ingeniería del Hospital de Gran Canaria Doctor Negrín, los hospitales vieron interrumpido el suministro eléctrico, por lo que fue necesaria la activación de grupos electrógenos propios que ya están «preparados para estos casos, aunque hay máquinas que por su potencia y naturaleza no están conectados al grupo electrógeno de los edificios».

Es de reseñar que el funcionamiento normal del hospital se ve afectado, por lo que en ese momento se tienen que detener las actividades menos críticas y “no se llevan a cabo intervenciones quirúrgicas que no tengan carácter urgente”, según Talavera, quien recordó que los centros cuentan con alimentación de grupo electrógeno, así como sistemas de alimentación ininterrumpida con baterías autónomas para el suministro de las áreas más críticas, y «en última instancia baterías propias en los aparatos de soporte vital».

 

 

 

Mejorar la infraestructura eléctrica sanitaria

En conclusión, un colapso de la red eléctrica debido al calor extremo, entre otros motivos, pone en grave riesgo la salud de los pacientes; dificulta al extremo la labor del personal sanitario; y puede perjudicar la infraestructura eléctrica sanitaria, cuya dependencia para el funcionamiento de equipos médicos y sistemas de soporte no se puede negociar.

La inversión en infraestructuras resilientes, energías alternativas y sistemas eléctricos hospitalarios modernizados, con repetidores de alarma, puestas de tierra, sistema de alimentación ininterrumpida, etc. se vuelve crucial para minimizar el impacto de los colapsos eléctricos en los hospitales.

 

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