La telemedicina, tras el coronavirus, se ha posicionado como un elemento indispensable en la industria sanitaria.
Una de las principales consecuencias de la Covid-19 es el gran avance que ha experimentado la telemedicina a nivel global. Ya sean países más avanzados y acostumbrados al uso de las nuevas tecnologías sanitarias, como aquellos que no habían apostado por la telemedicina, la atención sanitaria en remoto se ha acrecentado durante la pandemia y los confinamientos.
Si bien es cierto que se ha hecho más teléfono-medicina que telemedicina en sí, se han roto muchas barreras previstas para los próximos años en apenas unos meses. Además, se ha acabado con buena parte del miedo a la deshumanización de la tecnología sanitaria.
Así, las distintas administraciones sanitarias están empezando a generalizar las teleconsultas y otros recursos de la digitalización de la sanidad.
La eficacia de la atención sanitaria a domicilio, prescindiendo de la infraestructura hospitalaria presencial, en caso de contar con los medios telemáticos para poder hacer un seguimiento del paciente, se ha convertido en el presente y en el futuro de la sanidad.