En las consultas médicas es cada vez más raro, o casi imposible, ver a la doctora haciendo una prescripción médica a mano. Ahora los facultativos utilizan el ordenador y, en la mayoría de ocasiones, ni siquiera necesitamos que impriman la receta.
Gracias a las tecnología, la información pasa directamente a la tarjeta sanitaria que presentamos en la farmacia para recibir el medicamento prescrito. Este es solo un ejemplo de cómo la tecnología ha modernizado el sector sanitario en las últimas décadas, lo que supone una mayor eficiencia de este servicio pero también implica una mayor necesidad de seguridad eléctrica.