Cinco años de COVID-19: el impacto duradero en el sector hospitalario

Hace cinco años, el mundo se enfrentaba a una de las mayores crisis sanitarias de la historia moderna. Desde que la OMS declaró la pandemia el 11 de marzo de 2020, los hospitales se convirtieron en el epicentro de una batalla sin precedentes: colapso de sistemas de salud, falta de recursos, personal sanitario al límite y una presión extrema que puso a prueba la capacidad de respuesta global.

Hoy, aunque la fase más crítica ha quedado atrás y la presión hospitalaria ha disminuido, las cicatrices siguen abiertas. La pandemia dejó una huella imborrable en la gestión hospitalaria, acelerando cambios en infraestructuras, protocolos y tecnologías médicas. Además, el impacto del COVID prolongado sigue llenando consultas, y el riesgo de nuevas variantes mantiene a los sistemas de salud en alerta.

Cinco años después, ¿cómo ha evolucionado el sector hospitalario? ¿Qué lecciones han aprendido los profesionales de la salud? Este aniversario es una oportunidad para analizar cómo la pandemia transformó la sanidad y qué desafíos siguen marcando el futuro de los hospitales.

 

Cinco años de COVID-19: el impacto duradero en el sector hospitalario

 

 

Impacto en el sector hospitalario

La pandemia de COVID-19 tuvo un impacto inmediato y devastador en el sector hospitalario. Los hospitales se vieron obligados a reaccionar con rapidez ante el colapso de sus instalaciones, con unidades de cuidados intensivos (UCI), quirófanos y servicios de emergencia completamente saturados. Para hacer frente a esta crisis, muchos centros hospitalarios tuvieron que adaptarse de manera extraordinaria, ampliando sus capacidades y redefiniendo sus protocolos de atención.

Esta transformación también afectó a las empresas de equipamiento hospitalario, que se vieron forzadas a responder con agilidad a la creciente demanda del mercado. La necesidad de suministrar material médico de alta calidad en tiempos récord impulsó una modernización acelerada del sector. En este contexto, los hospitales comenzaron a reforzar sus infraestructuras, incluyendo mejoras en la seguridad eléctrica, lo que impactó directamente en nuestra labor en ETKHO, donde ajustamos nuestra capacidad de respuesta para garantizar la entrega inmediata de proyectos adaptados a las nuevas exigencias.

Uno de los hospitales de referencia en Barcelona en esta lucha fue el Hospital Clínic de Barcelona. Durante un acto de reconocimiento, se puso en valor la incansable labor de los profesionales sanitarios que estuvieron en primera línea durante la pandemia. En el evento participaron el Dr. Antoni Castells, director asistencial del hospital y presidente del Comité de Crisis de la COVID-19, y Fina Utrera, una paciente que logró superar la enfermedad tras recibir atención en el centro.

 

La pandemia de COVID-19 tuvo un impacto inmediato y devastador en el sector hospitalario. Los hospitales se vieron obligados a reaccionar con rapidez ante el colapso de sus instalaciones, con unidades de cuidados intensivos (UCI), quirófanos y servicios de emergencia completamente saturados.

 

«La gestión de la COVID-19 ha supuesto una gran lección para todos nosotros: como sociedad, hemos aprendido que somos vulnerables y, al mismo tiempo, hemos constatado la importancia de tener un sistema sanitario fuerte y bien cohesionado. Como hospital, hemos visto que cuando trabajamos juntos con respeto, confianza y generosidad, podemos afrontar grandes retos.»

_  Dr. Antoni Castells, director asistencial Hospital Clínic

 

Desde el inicio de la pandemia, el Hospital Clínic de Barcelona ha atendido a 15.924 pacientes, gestionado 16.273 urgencias y registrado cerca de 8.400 ingresos hospitalarios, de los cuales aproximadamente 2.000 pacientes requirieron cuidados intensivos. Estas cifras reflejan no solo la magnitud del desafío, sino también la fortaleza y resiliencia del sector hospitalario ante una crisis sin precedentes.

Por otro lado, en el Hospital Universitario Joan XIII de Tarragona desarrolló el innovador proyecto de la Smart UCI, una instalación hospitalaria avanzada que fue diseñada y ejecutada durante el apogeo de la pandemia. En este proyecto, ETKHO jugó un papel fundamental en el suministro de equipamiento especializado en seguridad eléctrica y sistemas de alimentación IT adaptado a las ICU y sus nuevas exigencias tecnológicas y operativas del hospital. La Smart UCI se destaca por integrar mejoras clave, como la división de la unidad en clústeres que permiten sectorizar distintas áreas de tratamiento, la incorporación de exclusas de acceso y la integración de sistemas de aire con presiones variables y renovaciones de gran caudal. Estos avances no solo optimizan la eficiencia operativa, sino que también mejoran el trato al paciente al proporcionar un espacio asistencial más personalizado y centrado en la atención directa.

La incorporación de un diseño innovador, que incluye espacios de trabajo individualizados para el personal de enfermería en cada box, ha permitido ofrecer una atención más cercana y de mayor calidad, facilitando la visualización directa de los pacientes y la monitorización constante de su estado de salud. Gracias a la integración de estas tecnologías avanzadas, la Smart UCI no solo ha mejorado la operatividad, sino que también ha optimizado los recursos y reducido la necesidad de grandes espacios de control de enfermería, permitiendo redirigirlos a otros usos que enriquecen la experiencia hospitalaria.

 

El Hospital Universitario Joan XIII de Tarragona desarrolló el innovador proyecto de la Smart UCI, una instalación hospitalaria avanzada que fue diseñada y ejecutada durante el apogeo de la pandemia. En este proyecto, ETKHO jugó un papel fundamental en el suministro de equipamiento especializado en seguridad eléctrica y sistemas de alimentación IT adaptado a las ICU y sus nuevas exigencias tecnológicas y operativas del hospital.
Smart UCI de Hospital Universitario Joan XIII de Tarragona

 

Estas iniciativas son ejemplos claros de cómo la pandemia, aunque trágica, impulsó una transformación tecnológica en los hospitales, acelerando la adopción de soluciones innovadoras y adaptándose a las nuevas exigencias de seguridad, eficiencia y atención al paciente.

 

 

 

Impacto en la infraestructura de seguridad eléctrica 

Uno de los desafíos más críticos a los que se enfrentan los hospitales hoy en día, especialmente tras la pandemia, es el estado de la infraestructura eléctrica, que incluye tanto su calidad como la antigüedad y el mantenimiento de los sistemas existentes. La seguridad eléctrica se ha convertido en una prioridad esencial, ya que cualquier interrupción o fallo en el suministro eléctrico puede comprometer la vida de los pacientes y el funcionamiento de equipos médicos vitales.

Para garantizar un entorno seguro, es indispensable que todas las instalaciones, modificaciones y expansiones se realicen bajo la supervisión de expertos cualificados, con un diseño específicamente adaptado a las necesidades y exigencias del entorno hospitalario. La infraestructura eléctrica debe contemplar no solo la redundancia de las fuentes de energía, sino también la regulación de la temperatura, la protección frente a sobrecargas y un sistema de respaldo eficiente.

Estos aspectos deben ser considerados desde la fase de planificación y diseño, asegurando que los hospitales sean capaces de mantener un suministro constante y fiable durante emergencias, y puedan seguir operando sin comprometer la atención al paciente. Además, se debe garantizar que la infraestructura sea sostenible, eficiente y flexible, capaz de adaptarse a futuros retos y a nuevas demandas, lo que contribuirá a mejorar la resiliencia del hospital ante cualquier eventualidad.

 

 

 

Lecciones aprendidas y desafíos por delante

La clave ha sido la necesidad de adaptación de los sistemas de salud a una nueva realidad. A medida que el virus y sus variantes evolucionaban, los hospitales y las infraestructuras sanitarias se vieron obligados a reconfigurar sus protocolos y ampliar sus capacidades a una velocidad sin precedentes. Esta capacidad de adaptación ha sido crucial, pero también ha resaltado la necesidad de una preparación más robusta para futuras emergencias sanitarias. A medida que superamos la fase más crítica de la pandemia, es imperativo que los países continúen invirtiendo en el fortalecimiento de sus sistemas de salud, garantizando que estén mejor equipados para responder a nuevas crisis.

Además, es esencial garantizar la equidad en el acceso a los recursos médicos, a la atención y a las vacunas. La pandemia ha demostrado que un sistema de salud global resiliente y equitativo es vital no solo para superar crisis inmediatas, sino también para estar preparados para los desafíos que depara el futuro. Las lecciones aprendidas deben guiarnos para construir una red sanitaria más sólida y cohesionada, capaz de abordar las necesidades de todos los países, independientemente de su desarrollo económico, y estar a la altura de cualquier desafío que se presente en el camino.

 

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